El momento en el que él me hizo sentir una mina genial fue cuando tomamos un café antes de ir al cine, y él apoyó la bandeja con los cafés en la mesa y me dijo "voy al baño". Cuando volvió, miró los cafés todavía sobre la bandeja y con cara de sorpresa, me dijo: "me esperaste". Y yo: "claro, soy todo un caballero". Y sonreímos los dos.